Artículo original en el Longmont Times Call >>
Volar drones puede parecer más un pasatiempo que un trabajo, pero también lo eran los ordenadores cuando Bill Gates y Steve Jobs empezaron a juguetear con la idea de los ordenadores personales. Veinte alumnos de la clase de aeronáutica del Centro de Innovación de las Escuelas del Valle de St. Vrain pueden hablar de cómo los drones son más que un pasatiempo: este semestre ya han cumplido contratos por valor de 20.000 dólares dedicados a su "hobby". En el último año, han construido drones de uso militar para varias empresas, han tomado fotografías aéreas para empresas inmobiliarias, han probado conceptos para proyectos de reparto con drones e incluso han diseñado una pista de carreras para una empresa de carreras comerciales de drones. "Ni siquiera lo considero una clase", afirma Noah Lennert, un alumno de 16 años de la escuela Niwot High . "Es el momento de hacer algo que me encanta. Sentarse ante el ordenador, diseñar (un dron) y, un par de semanas después, ver cómo vuela y cumple su misión es una sensación difícil de explicar, porque es una de las más gratificantes que he tenido nunca". Tras completar el curso, los 20 alumnos podrán obtener una licencia profesional de piloto de drones de la Administración Federal de Aviación, pero para muchos de ellos es sólo el principio. Con una certificación de vuelo en su haber y una mejor comprensión de la mecánica del vuelo, varios de los estudiantes pasarán a una clase de diseño el próximo semestre en la que construirán drones desde cero. "El año pasado llegué sin saber nada", afirma Avery Fails, de 18 años y estudiante de último curso en la escuela Erie High . "Sin duda, me sentía más cómodo con la parte técnica y matemática, pero esta clase me ha dado la oportunidad real de ver cómo funciona todo junto, familiarizarme con todos los programas y salvar esa distancia".
Tras graduarse en primavera, Fails asistirá al Programa de Ciencias de Ingeniería Aeroespacial de la Universidad de Colorado Boulder y espera llegar a trabajar para la NASA.
"Esta clase fue para mí una especie de puerta de entrada para decir 'sí, esto es lo que quiero hacer'", afirma.
Para Jake Marshall , que creó y ahora imparte la clase, ésta fue exactamente la razón por la que presionó al distrito escolar de Thompson, donde empezó a impartir una clase de diseño en el instituto Lucile Erwin, para que pusiera en marcha un programa extraescolar de aeronáutica hace ocho años.
"Muchos chicos van a la universidad diciendo: 'Quiero estudiar ingeniería aeroespacial', pero nunca han volado nada, nunca han diseñado nada, nunca han construido nada", explica mientras observa a sus alumnos volar drones por el Centro de Innovación y producir modelos digitales tridimensionales. "Si puedo proporcionar a estas universidades estudiantes que sepan volar y conozcan la normativa de la FAA, podrán pasar directamente a la ingeniería básica, donde programan los drones para realizar tareas como misiones de búsqueda y rescate, sistemas de entrega de drones o incluso vuelos para el ejército".
Hoy, tras probar el concepto del curso como programa extraescolar y más tarde como curso regular, la clase de aeronáutica del Centro de Innovación cuenta con su propio laboratorio, varios drones y su propia pista de aterrizaje.
"¿Están introduciendo los distritos escolares planes de estudios sobre drones? Por supuesto", afirma Marshall. "En la medida de lo que estamos haciendo, donde tenemos una pieza de certificación al final, un aula construida específicamente para ello y un campo de vuelo, me gustaría decir que somos los únicos".